Los logros y desafíos de la primera escuela transgénero en América Latina

Meritxell Freixas Martorell El Diario de la Educación

“Manu, ¿a quién votas tú, a Matilde o a Constanza?”. Manu se lo piensa mientras el profesor formula la misma pregunta a cada uno de los alumnos y alumnas de la “Junior Class”. Hoy, 14 de marzo, es su tercer día curso en la Escuela Amaranta Gómez, después de casi tres meses de vacaciones de verano, y una de las primeras tareas es elegir el presidente, secretario y tesorero del curso.

Ubicada en la sede de una junta de vecinos del centro de Santiago, la Escuela Amaranta Gómez recibe niños, niñas y adolescentes trans que no se sintieron acogidos por el sistema educativo tradicional, principalmente por la falta de formación sobre infancia transgénero de los profesionales de la educación.

Justo antes de empezar la elección de los cargos, los jóvenes han debatido unos minutos sobre un tema que les afecta directamente: la agresión homofóbica contra un chico trans de 18 años perpetrada el día anterior por dos hombres. Los agresores le marcaron un brazo y la frente con una esvástica, lo insultaron y lo golpearon. “Eso no viene en el currículum tradicional, pero nosotros tenemos que hablarles del autocuidado. En esto nos tomamos nuestro tiempo porque es muy importante”, explica la directora de la escuela Evelyn Silva.

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