NO DEJEIS QUE LAS NIÑAS Y NIÑOS PAGUEN LA CRISIS

La segunda semana de marzo se celebró, en la sede del sindicato UFT de Nueva Cork, la Conferencia de los sindicatos docentes de los países miembros de la OCDE: “La Educación después de la crisis: Responder a los nuevos desafíos” este artículo pretende recoger uno de los debates que hubo en ella.

La encuesta presentada por Guntars Catlaks, experto de la Internacional de la educación (IE), durante la Conferencia “La Educación después de la crisis” que los sindicatos miembros de la IE hemos celebrado en Nueva York la segunda semana de marzo, hace temer lo peor para la propuesta del milenio “Educación para todas y todos”.

En efecto, la tendencia, señalada como mayoritaria de los diferentes estados de nuestro planeta, es recortar las pensiones en educación. Sin embargo, no todos se parecen ni en las medidas tomadas, ni en las causas que las provocan.

Algunos países de Europa occidental intentan proteger los gastos sociales, especialmente los educativos. En ellos, la pregunta que nos tenemos que hacer es, hasta cuando conseguiremos que ello sea posible.

Otros, se están aprovechando de la crisis para recortarlos. No debemos olvidar que los recortes en educación están produciendo, entre otros efectos, despidos, especialmente de especialistas y profesorado de apoyo, reducciones en programas de jubilación o maternidad, fusiones y supresiones de escuelas rurales y de educación especial y masificación en las aulas.

En otros países, aquellos que necesitan préstamos del Banco Mundial para su desarrollo, la situación es más crítica. Es el propio FMI quien les exige, ¡siempre tan generoso!, recortar los gastos sociales para recibir las ayudas. Y es aquí donde empiezan los problemas para conseguir una educación para todas y todos.

En Asia, África y América Latina se encuentran las mayores bolsas de pobreza de niñas y niños sin escolarizar. Estos países, para su desarrollo, necesitan ayudas externas, pero también impulsar programas sociales y educativos. La amenaza aumenta cuando otros programas que reciben, como el que desarrolla la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo puedan ser recortados por la crisis que envuelve a los países promotores.

Lo paradójico es, que algunos de estos países promotores de ayuda, que también están sufriendo la codicia y la falta de ética y moral del mundo financiero, no duden en ayudar a la banca, la inversión inmobiliaria o incorporar en sus presupuestos nuevas aventuras militares.

Pero, ¿qué podemos hacer desde los movimientos sociales y los sindicatos y organizaciones progresistas? Es evidente que tenemos que reaccionar, en primer lugar, fortaleciendo las alianzas y haciéndolas visibles, pero también, trabajando en alternativas a la crisis que defiendan el mantenimiento de los servicios públicos. Estas alianzas han de esforzarse en desarrollar campañas que expliquen a la población que las alternativas son posibles, especialmente cuando algunos gobiernos se oponen a ellas, no por su inviabilidad, sino porque para ellos la crisis es sólo su excusa para seguir desarrollando sus programas mercantilistas y privatizadores.

Albert Sansano  (Confederación STEs-Intersindical)

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