Se pide al alumnado confinado que siga actuando como si estuviera en la escuela (entendida como institución que incluye todo los niveles educativos), al mismo ritmo y con mayor exigencia si cabe, como si nada pasase, cuando en realidad todo es diferente y más si tenemos en cuenta los desiguales contextos sociales y familiares.
Todo lo que sucede nos exige una reflexión profunda y un posicionamiento claro. No podemos sentirnos atenazados por el miedo sino animados por la esperanza de salir reforzados para un tránsito hacia una sociedad más humana y una educación más inclusiva, justa, cuidadosa y equitativa. Nos parece urgente promover un espacio y un tiempo donde cuestionarnos, dialogar, reflexionar colectivamente y hacer un acercamiento racional a la pregunta por la educación que queremos hoy y en el futuro.