Cuando vas a Nova Iguaçu desde el aeropuerto de Rio de Janeiro no recorres el mismo camino que te lleva a Ipanema o Copacabana. Nova Iguaçu, con cerca de un millón de habitantes, es una de las 13 ciudades de la Bajada Fluminense, el área metropolitana de Rio, donde viven cuatro millones de personas. A pesar del parecido en el nombre, tampoco tiene nada a ver con Foç don Iguaçu, en la frontera con Paraguay y Argentina, donde hay las imponentes y famosas cataratas. A Nova Iguaçu, la otra cara de la postal turística brasileña, la exclusión social, la pobreza y la violencia son moneda corriente en la vida de muchas personas que trabajan con salarios mínimos o en ocupaciones informales en Rio. En oposición al ambiente de la capital, en Nova Iguaçú no hay grandes empresas ni comercios, y los servicios públicos son muy deficientes.
Apenas hace tres años, el 31 de marzo de 2005, en la misma noche y de manera indiscriminada, fueron asesinadas 29 personas, entre ellas niños y jóvenes. La masacre, conocida popularmente como la chacina, fue atribuida a los llamados escuadrones de la muerte, muy activos en la historia reciente de la región. La existencia de un gobierno municipal sensible a los conflictos sociales y políticamente comprometido con la generación que trata de impulsar una transformación local, permitió que esta localidad acogiera, en 2006, el Foro Mundial de Educación (FME) , que con el lema “Una educación ciudadana para una ciudad educadora” acogió la presentación de varios proyectos político pedagógicos.
Otra vez, Nova Iguaçu acogió el FME entre el 27 y el 30 de marzo pasados. Además de las conferencias, en que intervine como representante del STEPV, (1) más de 400 paneles y 310 talleres autogestionados permitieron conocer los avances de Brasil en torno al proyecto de ciudad educadora. En este sentido, hace falta destacar el programa Barrio Escuela, una estrategia de articulación de las políticas, programas y acciones de varias concejalías, un modelo que se pretende trasladar a todo el país. Este programa se desarrolla a través de una red educativa conformada por instituciones escolares e iniciativas educativas impulsadas desde los barrios.
En Nova Iguaçu volvimos a abrir los ojos ante los progresos de la educación popular en Brasil. En esta ocasión, la ciudadanía volvió a vibrar con el Foro “Una vez más, capital mundial de la educación”. Las calles y las escuelas se transformaron en un mosaico de colores gracias a la acción de los grafiteros, más de 250 voluntarios que colaboraron con la organización. En cualquier rincón de la ciudad te encontrabas alguien que, emocionado, te agradecía tu presencia al Foro. Pero el homenaje a las víctimas de la chacina de 2005 acabó de descolocar los invitados. Una gran mesa en medio de una calle congregaba actores, músicos, poetas y artistas de toda clase. La exhibición de películas y los recitales poéticos acompañaron una emotiva cena elaborada por la gente de un barrio estigmatizado como peligroso. Pero la integración entre las personas del foro y el vecindario consiguió borrar esa imagen. Incluso una inoportuna lluvia sirvió porque los comensales, refugiados en numerosas casas particulares, confirmaran la acogida incondicional de aquella gente.
El taxista que me llevó de retorno al aeropuerto, un hombre próximo a la jubilación, me aseguró que asistiría al próximo Foro como voluntario para transportar los asistentes. Después de darme un emocionado abrazo en la terminal, me dijo: “Gracias por haber venido a Nova Iguaçu”. Gracias a quién?
Albert Sansano
Miembro del CI FME por la Confederación de STEs-Intersindical (España)
