La educación, la escuela y la desigualdad

por Jesús Redondo, en Contrapuntos (El País)

La desigualdad es como un virus que se expande aceleradamente por todos los rincones del planeta. Como señala Thomas Piketty en su libro El capital en el siglo XXI, nunca la riqueza ha estado más concentrada en el 1% de la población, como en el momento actual.

No es por causas naturales que se expande la «pandemia» de la desigualdad, son más bien por intereses económicos, sociales y culturales, los cuales multiplican sin cesar su efecto mortífero. La desigualdad es un virus artificial, producido históricamente, que mata personas, grupos e identidades culturales. Tiene lugares de fabricación y se introduce en la subjetividad corporal de las personas, actuando de forma permanente. Su contenido o programación no es otra sino la codicia individualista, aunque es más conocida con el nombre técnico de «eficiencia». Codicia y eficiencia orientadas a la acumulación de la riqueza en muy pocas manos. El ejercicio del biopoder sobre el “tiempo” de los otros (las grandes mayorías) para  ponerlo al servicio de los intereses individuales, sociales, políticos y culturales del 1% más rico y poderoso.

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