Albert Sansano (Intersindical Valenciana) y Alex Borba dos Santos (Frente Brasil Popular)
No hi haurà cop, hi haurà lluita!: Publicat en català a Levante-emv 07/04/2016
Quien acompaña los acontecimientos de la política brasileña solo por los medios de comunicación del Estado español, que en su gran mayoría reproducen los análisis de las agencias internacionales o están conectados con los mismos intereses monopolistas de la prensa brasileña, puede estar sorprendido: ¿Como un proyecto político que venció cuatro elecciones presidenciales seguidas y sacó más de 30 millones de personas de la miseria, de repente, pasa a ser contestado y sufre un proceso de “impeachment”?
La historia brasileña es pródiga en el cambio de reglas cuando la élite se considera amenazada. Y es que después de quinientos años de gobierno de colonizadores o las oligarquías, el PT y sus aliados están en el cuarto mandato de un proyecto que ha retirado millones de personas de la miseria, abierto amplios espacios para personas negras y pobres en las universidades y empoderado las mujeres con el mayor programa de renta mínima del mundo.
Durante ese tiempo, la derecha no se relajó, pero tomó la iniciativa cuando la base popular se debilitó por varias acciones del gobierno Dilma. Pretendidamente creadas para enfrentar la crisis económica mundial, redujo el poder de compra de las trabajadoras y trabajadores, estancó la economía y aumentó el desempleo. El fuerte movimiento frente a la corrupción, por más justa a que sea, fue apropiado y añadido por una buena parte del Poder judicial y el Ministerio Público, bajo la batuta del monopolio de los Medios, para responsabilizar al gobierno Dilma y al expresidente Lula de todas las maldades, escondiendo que muchos de los problemas señalados son debidos, justamente, a elementos heredados de gobiernos anteriores.
La derecha y sus aliados mediáticos están intentando derogar Dilma, aunque sea con justificaciones pifias. Una prueba que la trama articulada intenta derrotar el proyecto de inclusión social y no la corrupción es el enorme esfuerzo que están haciendo para involucrar a Lula y Dilma. Quieren paralizar el gobierno. Y si no lo consiguen, evitar la vuelta de Lula en 2018.
Pero, no contaban con que la base social de izquierda, incluso de otros partidos o independientes, se rebelaría con tanto vigor. El sentimiento de que se trata de un golpe, tramado en algún restaurante de lujo, pasa por toda la sociedad. Surgen centenas de recogidas de firmas, asambleas, comités suprapartidarios y todo tipo de iniciativas contra el “impeachment”, dentro y fuera de Brasil. Cada día que pasa, la opinión pública se convence más y más que defender el gobierno es defender la democracia.
Muchos temas aún deben ser enfrentados por el gobierno, entre ellos, una reforma tributaria que invierta la situación actual concentrada en el consumo y no en la renta o en el patrimonio; una reforma agraria más profunda y el control del monopolio de los medios de comunicación. Además de la necesaria disputa de valores en la sociedad, haciendo que las clases populares crezcan socialmente, sin volverse opresoras. No dudamos que esto sólo puede realizarse con un gobierno de Izquierda
Este es el cambio de calidad que puede nacer de este momento de crisis. El resultado del “impeachment” es imprevisible. Pero tenemos la certeza que una victoria de la democracia sólo será conquistada con millones de personas en las calles, como se está haciendo. Otra certeza es que el resto del mandato, debe ser dedicado a un giro a la izquierda, profundizando las mudanzas sociales y las reformas que el país precisa para entrar en el siglo XXI. Cuando se trata de redistribución de riqueza y ampliación de derechos sociales,