Carmen Rodríguez Martínez y Francesc Imbernon El Diario de la Educación
En la serie ¿Qué nos jugamos en estas próximas elecciones estatales? queremos tratar el tema del profesorado y la profesión docente. Es palpable en el campo de la docencia que cuando gobiernan las políticas conservadoras (y ya no digamos de cariz ultraconservadoras) el profesorado sale perjudicado. Una premisa es que no se fían de los docentes. Los consideran transmisores de ciertas ideologías y responsables de su adoctrinamiento por enseñar al alumnado a pensar y no a cómo deben pensar.
Cuando las políticas públicas son “progresistas” (y lo ponemos entre comillas) hay mayor confianza en el profesado y su formación. Recordemos qué se ha hecho con los centros de profesorado en autonomías en las que han gobernado partidos conservadores, el trato favorable a la concertada o en los brutales recortes que infringieron en la educación pública. Con eso no queremos justificar que las políticas más progresistas no hayan perjudicado también, muchas veces, al profesorado, pero no es comparable con las políticas conservadoras.