La pobreza, las necesidades y los problemas no aminoraron las ganas de la maestra María Elena Cordonero a seguir adelante y sembrar semillas al viento en cada clase que da en primer grado, en el Departamento de Granada, Nicaragua.
María Elena Cordonero sale muy temprano de su casa, lleva a sus niñas a su propio centro educativo y llega antes de las 7 de la mañana a donde imparte clases de primer grado.
Antes de comenzar sus clases conversa con algunos padres y madres de familia sobre temas de interés o consultas que tienen y trata de comenzar con cantos y juegos a las siete en punto.
“Comienzo jugando para que los niños se adapten y estén dispuestos al trabajo. Porque a veces no duermen bien, tienen problemas en su casa o no han comido y para que se motiven.