Espacios de resistencia y fortalecimiento educativo hoy
Julio Rogero Anaya
Agosto de 2017
Partimos de una situación de “emergencia democrática”. El dominio del “capitalismo absoluto” es tan abrumador que tenemos el riesgo de aceptarlo sin más, como una maldición ineludible. Sus secuelas se ven en todo el mundo con los avances de muchos aspectos de la vida social, culturales y políticos que creíamos superados y casi olvidados. La realidad nos va mostrando que el dominio descarnado y brutal del capitalismo neoliberal destruye todos los sueños de los pueblos que vieron pequeños avances que mostraban que otro mundo es posible. La destrucción de lo colectivo, lo común y lo público sigue avanzando. La eliminación de los derechos humanos se plasma en las privatizaciones y la mercantilización de la educación, la sanidad, los servicios sociales, en las dificultades crecientes de acceso a un trabajo digno, a una vivienda, a una mínima garantía de una vida digna de ser vivida. La precariedad del vivir se extiende a una parte importante de la humanidad con la destrucción de esos derechos.
Hoy necesitamos, con mayor urgencia que nunca, no solo la creación de espacios de resistencia sino de vidas profundamente resistentes y rebeldes que no se limiten a la contestación y la denuncia. Es preciso hacer realidad la construcción de realidades sociales, culturales y políticas basadas en formas y estilos de vida radicalmente diferentes a las que nos propone e impone el sistema y el poder dominante. Su gran triunfo ha sido la conquista de nuestra subjetividad y nuestra alma haciendo de ella un espejo de sus valores y formas de vida. Volver a conquistar nuestra capacidad de ser sujetos de nuestras vidas, auto-organizados en espacios colectivos, comunes y públicos es el gran desafío que tenemos hoy.
Para que esto sea posible, algunos consideramos que es necesario realizar dos transformaciones ineludibles para poder conquistar nuestra subjetividad y nuestra propia vida: la metamorfosis del ego y la de la fraternidad humana.
La primera implica tomar conciencia de que los seres humanos somos pura relación y que la exaltación de los egos nos lleva al individualismo más feroz y a la concepción del “otro” como el enemigo con quien competir y al que destruir. Por eso es muy importante salir de mí mismo y reconocer al “otro” como parte de cada uno de nosotros, como yo mismo. Mis intereses son los suyos y los suyos son míos. Es el paso ineludible a un “nosotros” inclusivo. Es parte de la revolución de la fraternidad, también como derecho. Es lo que no se ha experimentado desde que la revolución francesa proclama la igualdad, la libertad y la fraternidad. Hemos luchado por hacer realidad la libertad, sabemos que es irrenunciable. Vemos que la igualdad es otro aspecto central de la una vida social digna para todos. La fraternidad es el aspecto de la vida social que debería ser la argamasa que hace posible y da sentido a la libertad y a la igualdad como elementos básicos de una sociedad democrática, auto-organizada y autogestionada.
Un elemento fundamental de la resistencia a los avances del poder neoliberal es el sistema educativo público, hoy ocupado y puesto al servicio del poder de forma generalizada. Sabemos que la educación emancipadora es la que forma a los seres humanos para que sean los sujetos-protagonistas de su vida y de su historia en estrecha relación con los demás. Ello requiere un educación crítica, humanizada y humanizadora, inclusiva, plural y fraterna. Eso solo se puede hacer en el espacio de la educación pública. Por eso uno de los grandes desafíos hoy es que ocupemos el espacio público de la escuela como espacio de experimentación de la pasión por la vida, por el conocimiento, por la fraternidad, la única capaz de hacer posibles la libertad y la igualdad.
Es fundamental que la resistencia a tanta barbarie se organice desde los centros educativos en los espacios locales y vaya entramándose desde las realidades sociales más cercanas a las más globales. Los Foros Mundiales son un ejemplo de ese encuentro entre la vida local y la global.
En estos momentos en que el poder del capitalismo salvaje parece absoluto y sigue privatizando la educación, desmontando y minimizando la enseñanza pública siguen surgiendo colectivos organizados en los centros educativos. Así los miembros de las comunidades educativas dan respuestas creativas a esta situación potenciado sus dimensiones colectivas, su compromiso y su poder de construcción de un nuevo paradigma educativo basado en la realización de una escuela pública democrática, científica, laica, crítica, inclusiva, plural, comunitaria, pacifica, ecosocial,… Hoy tenemos colectivos de docentes en organizaciones políticas, sindicales y educativas practicando una pedagogía transformadora, crítica, liberadora y alternativa. Hay organizaciones de familias que se proponen defender su derecho a ser miembros activos y cooperadores necesarios de los procesos educativos de sus hijos y en la realización de los derechos de la infancia. A su vez los estudiantes siguen organizándose para defender otra educación que dé respuestas a sus necesidades de formación y desarrollo humano para una sociedad como la nuestra. Al mismo tiempo se dan potentes plataformas, formadas por todos los componentes de la comunidad educativa, de defensa del derecho a la educación de todos, para todos y con todos en el ámbito público. Una escuela pública de la máxima calidad es la garantía del derecho a la educación para todos los miembros de un pueblo auto-organizado que quiere ser dueño de su destino construyendo una sociedad libre, igualitaria y fraterna. El desafío que tenemos es seguir consolidando y uniendo todo tipo de organizaciones y colectivos que quieren seguir creciendo en la protesta, en la propuesta y en la vida alternativa dentro del sistema educativo público.
Es posible construir esta sociedad y esta educación si promovemos el compromiso de todos en esta época que se encuentra en una encrucijada en la que se juega el futuro de la humanidad. Aunque parece que el presente lo estamos perdiendo la rebeldía, la resistencia, el compromiso, la elaboración de alternativas colectivas, el querer vivir juntos con dignidad nos dan la perspectiva de una salida esperanzadora para la mayoría de la humanidad hoy.